lunes, 23 de abril de 2012

El valor de la amistad

Hoy es un día muy especial en Catalunya, San Jordi. Tienen la sabia costumbre de regalar una rosa y un libro. Es un pueblo algo desconocido por el resto de España, o quizás han hecho que no les conociéramos a fondo, pero son entrañables y no distintos al resto de los españoles.
Hace poco más de un año,  y por medio de las nuevas tecnologías, "conocí" a un catalan de pro: mi querido amigo Fidel, pero también "conoc í" a su entrañable esposa Pepi.
 Entablamos comunicación y salvo excepciones, lo hacemos a diario y hemos establecido una corriente de sincera amistad.  Nuestra edad nos permite la sinceridad sin tapujos entre nosotros y en los días bajos, que los tenemos, nos consolamos mutuamente de nuestros avatares.   Por nada del mundo perdería esta amistad tan sincera  y duradera en el tiempo.
Hoy, he rec ibido unas rosas de ellos  con verdadera emoción. Es el gran día de ese importante trozo de  la  Península Ibérica y me hacen partícipe de él, y yo lo recibo con todo cariño. No me da tiempo a enviarle un libro, pero vaya mi homenaje hacia ellos con este relato de amistad sincera , hacia ese pueblo culto, mediterráneo con el sello que imprime esa cultura. Poseedor de una lengua propia que defienden a capa y espada y que durante tantos años les fué prohibida, y de ahí ese espíritu batallador de defender sus costumbres, de defender lo suyo por encima de todo.  Cada día les conozco un poco más; nos enfrentaron en algo absurdo durante años, sin ningún motivo porque cada uno tiene su propia indiosincrasia: ni unos son huraños egoistas y tacaños, ni los otros son unos chulos.
¡ Cuánto daño nos hicieron ! Pero por fortuna esa época está ya superada y si somos capaces de comunicarnos con alguien al otro lado del mundo, ¡cómo no vamos a comunicarnos con los nuestros!
Os deseo, Fidel, Pepi una gran Diada, al tiempo que os doy las gracias por contarme entre vuestras amistades. Gracias, gracias, gracias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario