viernes, 18 de marzo de 2011

ACERCA DE MI: ES TAN BONITA COMO LA AURORA BOREAL

Se fué tan blanca y pura como estas flores

Fué la s egunda hija de Inés y Antonio, solamente dos años menor que el primogénito (mi padre)llamado también Antonio.
Cuando nació, en Madrid, aunque criada en Alcalá de Henares, fué la alegria de sus padres dos jóvenes muy enamorados que hacía poco habían contraido matrimonio en contra de la opinión de los padres de ella y por consiguiente eran pobres,  pero el inmenso amor que se profesaban les bastaba.
La niña nació preciosa, blanquísima de piel, como de nácar y de nácar fué su rostro toda la vida.
El padre al recogerla en los brazos tras el nacimiento le dijo a su esposa: " es tan bonita como la aurora boreal ", y sonriendo miró a Inés que estaba exhausta y le dijo " le llamaremos Aurora. Así se llamó.
Como se quedaron sin madre a tan corta edad, ella contaba solamente once años, fué la que se quedó con el padre para  aydarle con la hermana  que al morir la madre fué criada por un ama. Quizás por el rol que le tocó vivir a tan corta edad, ella interpretó ( o creia que debia ser) la madre de todos los hermanos que iban detrás de ella y aunque ellos siempre se resistieron a adjudicarle esa misión,  creyó que era lo que tenía que hacer.
Su padre, al que adoraba, enfrascado en su trabajo político, no se dió cuenta de que  Aurora era ya una jovencita bonita pero sin amigos, y sin pretendiente, muy importante en aquella época puesto que las mujeres nacían para ser casadas.
Se puso a trabajar para cuidar a una anciana, para leerla , sacarla a pasear, en fin para atenderla en todo lo que  pudiera necesitar. Aurora contaba con dieciocho años.
Junto con la anciana vivia su hija y su nieto, jóven como Aurora y tenía por nombre Jacinto.
Vivian en una lugar previlegiado de Madrid: en la plaza de Oriente y eran de clase muy acomodada. Tenían otra jóven venida de un pueblo para atender las tareas domésticas pero congenió muy bien con Aurora, pues ésta era de un carácter dulce y servicial. Ayudaba a esta chica en todo lo que podía aunque no le correspondiera, pero su carácter era de mucha bondad.
El joven Jacinto estaba estudiando Arquitectura, aunque aún le faltaba mucho para acabar la carrera.
En cuanto le vió se enamoró perdidamente de él y aunque a él le gustaba Aurora, ni por lo más remoto pensaba ni siquiera en tener una relación con ella. Le caía bien porque era una buenaza y si se lo proponía y vencía su timidez, hasta era ingeniosa y con sentido del humor.
Era inexperta porque nunca había salido de casa de su padre y siempre pendiente de sus hermanos una vez el padre les reunió de nuevo a todos.
Quizás un psicólogo averiguaría el por qué del carácter introvertido y tímido de Aurora: la misión que la vida le había proporcionado, su sentido de la responsabilidad. Quizás fuese eso lo que le retuvo en casa perdiendo de esta forma los mejores años de su juventud.
La anciana señora a la que cuidaba falleció y entonces la señora de la casa le dijo que ya no le necesitaba, pero que si se quería quedar, podía ayudar a la otra chica en el cuidado de la casa.
Ni se lo pensó dos veces; estaría al lado de Jacinto aunque él le trataba con educación porque era un muy bien educado muchacho, pero nada más. A ella no le importaba, quería verle solamente.
Las comidas con más esmero se las preparaba y siempre esperaba que le dijera alguna palabra de complacencia que a ella le sonaría a canto celestial, pero nunca llegaba.
El vivia para cuidar de su madre y de una tía mayor que se les agregó. La tía si se daba cuenta de lo que Aurora sentía por su sobrino, pero nunca dijo nada porque como Aurora confesaría años más tarde : era su amor imposible. Imposible por diferencia social y porque él no pensaba casarse mientras viviera su madre.
Llegó la guerra, y ellos se fueron fuera de Madrid; Aurora se quedó aquí ,perdiendo el contacto con él, lo que la supuso un  grandísimo disgusto.
Luego llegó la detención del padre, el ir de cárcel en cárcel siguiéndole por toda España. De nuevo tenía otro encargo: seguirle a dónde quiera que le destinaran y de este modo ella le podría visitar y llevarle comida y ropa limpia a menudo. Era la misión que tenía encomendada, puesto que el resto de los hermanos, excepto los dos últimos que eran pequeños, ya se habían casado e incluso tenían hijos.
Ella era feliz con poder atender a su padre; lo únic o que echaba de menos era a Jacinto.
Terminó la guerra, el padre salió de la cárcel y Jacinto volvió a  Madrid. La madre y la tía  fallecieron y él le comunicó que iba a cerrar esa casa tan grande y ya no le necesitaba, además no estaba bien visto que un hombre solo, soltero, viviera en la misma casa con una chica de su edad, aunque fuera una trabajadora.
Y así con el disgusto más grande de su vida, abandonó la casa y a Jacinto. Como era tan buena, prudente y servicial pronto encontró trabajo en una buena casa: el señor era director de un gran banco y ella entró de cocinera.
Los señores le adoraban porque además de servicial, respetuosa y buena jamás les dió un motivo de queja para nada y les encantaba la forma de guisar que tenía, que `por otra parte era de una cocina muy selecta puesto que el cargo del señor era de gran relevancia y tenía invitados a comer con mucha frecuencia.
Su receta más solicitada por las amigas de la señora al reunirse los jueves a jugar a cartas, eran las croquetas, sus exquisitas croquetas que se rifaban cuando las sacaba en la bandeja para la merienda.
El pollo a la cocotte era otra de sus especialidades, etc. etc.
Y así pasaron los años. Perdió al padre y con él la razón de su existir y entonces todo el amor que depositó en el padre al no tenerle con ella, se lo entregó totalmente al hermano mayor. Sentía adoración por él. Quizás fuera porque eran muy similares en carácter o por la dedicación que mi padre había sentido respecto del suyo en los momentos clave de su detención y esa era la manera de agradecérselo, nunca lo supimos. Ella quería seguir siendo útil a sus hermanos y no se daba cuenta de que ellos no necesitaban su ayuda y se sentía sola porque todo lo que ambicionaba era una palabra amable, de cariño, que solamente recibía de parte de mi padre.
Cuando el hermano mayor falleció nadie se atrevía a decírselo y no se cómo se enteró y fué conmigo a  través del teléfono la que al descolgar el auricular me dijo: " hablame de tu padre, cómo ha sido".
Estaba serena, muy serena. Quizás porque antes de perder a mi padre ya había perdido a tres hermanos y la vida no le había tratado bien , ya estaba curtida. O simplemente acostumbrada a la soledad, guardaba su pena para llorar a solas,.
Tenía facilidad de palabra, es un don que tuvieron todos los hermanos heredado sin duda de su padre, fácil orador y acostumbrado a hablar en público por su condición de diputado.
Con Jacinto de vez en cuando le veía puesto que vivian cerca. El estaba envejecido, permanecía soltero y delicado de salud.
Una mañana al salir de su casa, ya jubilado, le dió un infarto y falleció en el portal .  Ella se enteró al cabo del tiempo aunque no quisieron decirle la forma del fallecimiento. Nadie le vió llorar, ni expresar nada. Se quedó en silencio y guardaría para sí las lágrimas de tristeza. A los dos años ella falleció con la misma cara blanca, nacarada que había tenido siempre. Cada vez que veía a alguien de su familia te echaba los abrazos al cuello y una sonrisa le iluminaba la cara.
Pusimos en su ataud unas flores para que tuviera cerca el cariño nuestro, para que no estuviera tan sola. Murió inocente  y pura, como había vivido. Nunca tuvo otro amor que Jacinto, el imposible. Hoy reposa en su tumba con dos hermanos que a como todos los demás adoraba. Ya serás feliz, tía, la dije en el cementerio en una de las visitas que hice a mis seres queridos.
"Estás con todos los amores que tuvistes: tu padre, Jacinto y tu hermano Antonio", seguro que ahora sonries feliz. Descansa en paz Aurora.
Nació el día de Nochebuena y murió en primavera. Fué tan bonita como la aurora boreal. Tenía un alma pura y sin maldad que vivió para amar a los suyos y hasta su muerte así lo hizo.
No dejo de visitar su tumba de vez en cuando y guardo hacia ella un buen cariño. Si hay un cielo, seguro que está en él, porque fué una persona buena , que jamás hizo daño a nadie, pero nunca fué feliz y hubiera sido muy fácil ,lo hubiera sido, porque era una persona que se conformaba con pocas cosas, sólo con que la quisieran. Descansa feliz Aurora, te lo has merecido.

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