jueves, 23 de junio de 2011

UN PELLIZCO EN EL ALMA

Andrea con su mascota Rocky
A medida que te haces mayor, vas asumiendo que la vida no es de color de rosa como  crees cuando eres muy jóven. Conoces que en el transcurso de la vida te aguardan horas buenas y sinsabores. Todo eso lo asumes y estás dispuesta a correr el riego de vivirlos entre otras cosas porque no tienes más remedio, hasta...
Hasta que esas experiencias te tocan muy, muy de cerca. Primero las sientes por  tus hijos, y lo que es peor, tus nietos.  El amor que se experimenta por los nietos es muy particular, no es que se les quiera más que a los hijos, es que se junta el cariño que tienes por ellos más el acumulado para tus nietos a través de tus hijos. Vuelves a vivir su infancia, vuelves a recobrar tu juventud, pero no asumes que ellos también tienen que recorrer un camino que inexorablemente todos andamos.    No estamos dispuestos a que ellos sufran nuestras frustraciones, nuestros fracasos y hacemos todo lo indecible para preservarles de todo lo malo que la vida nos tiene reservado a cada uno de nosotros.
Debido  a una incompresion hemos tenido alguna situac ión poco satisfactoria con Andrea. Hemos podido comprobar lo mal que esta criatura de ocho años recién cumplidos ha tenido que padecer y que a pesar de haber tratado de solucionarlo, no hemos tenido el éxito que hubiéramos deseado. Debido a una entrevista con su tutora en el colegio y a pesar de ella no estar presente en la misma, pude comprobar  su inteligencia y sensibilidad, porque cuando terminé de hablar con la tutora,  ella se incorporó a la misma habitación en la que nos habíamos entrevistado y se abrazó a mi cintura apoyando su cabecita en mi cuerpo y estrechando su abrazo. Ayer comprendí lo que con esa caricia quería decirme.
  Debido a una charla con mis entrañables amigas  el disgusto sentido por la madre se pudo relajar, y la niña estuvo feliz, réndose a carcajadas por cualquier insignificancia, compartiendo con su prima los juegos, bailando,  riéndose por todo, en una palabra fué feliz.
Y eso a mi me llena el corazón de alegría, de ternura y también de tristeza porque su joven vida ha pasado por una experiencia, que tratamos por todos los medios de evitarla, pero no conseguimos. Me llena de pena el sufrimiento que ella ha tenido que pasar. Ha sido un pellizco en el alma que no acierto a explicar. Por desgracia en mi vida han habido muchos avatares muy tristes, pero el que a mis chicos haya algo que les haga sufrir es dificilmente soportable por mi.
Sé que es así, pero por amor de Dios, no tan pronto. Es una criatura que a la par que muy inteligente, es muy cariñosa y dulce. Como todos los niños algo tozuda, pero también es muy noble; si la castigas por haber hecho alguna travesura, ella siempre te pide perdón y te abraza  y te besa para que la perdones. Cuando la haces reflexionar sobre lo que ha hecho mal, te promete, y es de verdad, que no lo va a volver hacer, aunque sabes de antemano que por su corta edad a penas hayan transcurridos cinco minutos, se repetirá, si no esa, cualquier otra situcación.
Mis amigos saben que ha sido una temporada muy mala, pero no hemos estado solas. Tengo tres amigos muy, muy especiales C... B... y otro nuevo que he ganado Fidel.  Ellos nos han aconsejado la mejor manera de proceder y me han orientado en buscar soluciones. Por todo ello les estoy enormemente agradecida, porque en los momentos de angustia en los que no encuentras salida a tus quebrantos, surge una voz que al ser neutral ve las cosas desde otra perspectiva y entonces te dan la palabra clave para tu consuelo.
 Ellos han contribuido a que esa cabecita infantil encuentre su estabilidad a través nuestra, y sobretodo su tranquilidad y confianza.
Al darme ese abrazo que os he comentado, me transmitió su agradecimiento porque la había defendido de una situación cruel e injusta. ¿Cómo pude ser tan torpe y no darme cuenta antes?  Ayer estaba feliz, supongo, que porque su madre con mayor dolor y razón que yo, tomó las riendas y ella comprobó que no está sola, que detrás tiene a un montón de gente que la apoya y la quiere.
Deseo con toda mi alma que olvide pronto y que recobre la tranquilidad que todo niño debe, está obligado a sentir. Pero yo nunca olvidaré ese abrazo que ha sido como si me hubieran pellizcado en lo más profundo de mi alma.

1 comentario:

  1. Los niños tienen una capacidad de recuperación muy grande, pero es muy importante que les reforcemos diciéndoles que creemos en lo que nos dicen. Muchas veces, y lo digo porque a mí me pasa, doy por buena la versión de los adultos menospreciando la opinión de los pequeños. Es involuntario, pero tendemos a eso porque nos educaron para obedecer y no para cuestionar.
    Lo bueno es tener la oportunidad de repararlo y lamentablemente hay una profesora que se va a perder esa oportunidad. Lamentémoslo por ella.

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