sábado, 18 de diciembre de 2010

ACERCA DE MI / UN VIAJE INESPERADO

Comida de celebración de nuestras Bodas de Plata en 1990

TODA AUSTRIA

A Pablo acababan de detectarle el neoma vesical que le estuvo aquejando durante siete años. Estábamos pasando por esas etapas de la vida en que las cosas económicamente no estaban del todo bien y para celebrar nuestro aniversario habíamos proyectado pasar unos días en nuestro apartamento de Gandía, puesto que para el 28 de Mayo el clima allí es tan bueno que hasta te puedes bañar en el mar con el agua calentita. Por ello convocamos a nuestros más cercanos seres queridos ( mi mejor amiga, ya fallecida, su sobrino y unos primos de Pablo que además erna nuestros mejores amigos), aparte claro, mi madre y mis hijas. El almuerzo fué feliz porque estábamos los que teníamos que estar y con quienes queríamos estar. Hasta nos pusimos un "poco alegres" debido a la bebida del almuerzo, nada grave por supuesto. A los postres nos entregaron los regalos, pero lo más sorprendente, lo que ni siquiera pudiéramos imaginar fué el regalos que nos hicieron mis hijas y mi madre. Mi padre había fallecido cuatro años antes, él había sido el padrino de nuestra boda y su pérdida fué la primera que yo sufría, además de haber sido "su ojito" derecho, pero estuvo presente en esa celebración no carente de emociones. En una caja enorme, enorme venía el regalo m´ñas inesperado. Pablo y yo no hacíamos más que mirarnos cómo diciendo  ¿ qué será, tan grande?. Fué muy divertido porque empezamos a desenvolver caja tras caja y al final apareción un sobre. Maravilloso sobre que encerraba el esfuerzo y sacrificio de tres personas durante casi dos años. Se trataba de los billetes y las reservas en hoteles de un viaje a Austria, que entre mis hijas y  mi madre había costeado ahorrando dia a día con su paga semanal. Todavía ahora recordándolo la emoción ahoga mi garganta, porque después nos explicaron que fué una odisea: entregaban todas las semanas una cantidad de dinero a la agencia de viajes hasta amortizar el importe total. Además de que había subidas en el precio con las que no contaban, estaban las revisiones médicas de Pablo que también eran inesperadas. Al ir a la consulta del urólogo rara era la vez que no nos decía alguna novedad o bien que tenían que volver a operarle. Era dificilísimo calcular un periodo de tiempo de tan sólo 10 días libres para poder viajar. Al fin lo consiguieron y aún  recuerdo la emoción de Pablo al abrir del sobre, se puso a llorar como una criatura y terminamos todos emocionados por la carga de sentim ientos que ello conllevaba.
Salimos de Madrid rumbo a Viena a las nueve de la mañana del día 3 de Junio de 1990 y tres horas más tarde estábamos en Viena.
El grupo que formábamos era pequeño, apenas una docena de personas: viajes de novias, personas mayores  y hasta un "ligue"  de portugueses que estaba haciendo "novillos" a la mujer de él, es decir estaban echando "una canita al aire", y por supuesto nosotros.
Habíamos dejado en madrid todas nuestras preocupaciones y temores (aún no sabiamos las consecuencias de la enfermedad) y estábamos dispuestos a pasárnoslo bien, es lo menos que se merecía nuestra perwqueñísima familia después de tantos apuros.
Al llegar al  céntrico hotel nos fuimos a comer a un restaurante chino que había cerca, ya que los horarios de comidas y cenas en Europa ( excepto España) son muy extrictos y a pesar de no ser más que las dos de la tarde, ya estaban todos cerrados y el chino era el único que permanecía abierto. Después nos fuinmos dando una vuelta para ver todo lo que pudiéramos y sacar el mayor rendimiento de nuestro viaje. Viena(acostumbrados a Madrid), no es muy grande y todo lo que puedas ver de monumentos está prácticamente  todo junto. Caminando, caminando llegamos al Palacio de Belvedere: monumental como todo en Viena. Mi abuelo decía a su regreso de uno de sus viajes como diputado español,  " que Viena era una ciudad imperial "  por la magnitud y tamaño de sus edificios magníficos, sus monumentos colosales, la educación de sus habitantes y la limpieza de su calles.Efectivamente, las estatuas son las más grandes que yo he podido ver y los espacios abiertos de sus edificios son igual que parques del tamaño que tienen. Lo que me causó más sensación es que los vieneses aprovechan cualquier rayito de sol que salga para tumbarse en los parques en manga corta para tratar de "tostarse" un poquito. De repente el sol se nuebla y se abren los cielos: una llovia torrencial y por espacio corto de tiempo te sorprende, claro era primavera. Y eso fué lo que nos ocurrió a la hora de ir a cenar. Durante todo el día habí hecho un sol espléndido y hasta un  poquito de calor.
Como decía llegamos a Belvedere, es un palacio precioso y justo enfrente como a mil metros tiene otro como si fuera la continuación del anterior. Tomamos un tranvía y nos llevó en menos de cinco minutos al corazón de Viena. Estuvimos en un  parque que lo primero que ves a su entrada es un monumento a Mozart tocando el violín. Un  parque que con la imaginac ión te transportaba al siglo dieciocho, romántico, solitario, hermoso. Solamente oíamos el ruido de una especie de cascada que teníamos cera y el canto de los pájaros.
Debido a su clima tan húmedo (llueve con frecuencia), la vegetación arbórea es inmensa. Los árboles son frondosos, verdes y altísimos, lo que hace que tengas una sensación de que eres el rey del universo. Allí ante ese escenario maravilloso Pablo me cogió de la cintura y me besó en la mejilla; estábamos felices y contentos acordándonos a cada momento de nuestra familia que habíamos dejado en madrid y cuánto nos hubiera gustado tenerlas cerca. Continuamos paseando `por la misma avenida en la  que en una acera estaba el monumento a Radinski, un general autor de la famosa marcha que tocan en los conciertos de Año Nuevo todos los años en Viena. En la acera de enfrente el Palacio del Congreso con la estatua de Minerva a su estrada, más allá el monumento a la madre de Francisco José y aún un poco más lejos el famoso teatro de la Opera y enfrente el Ayuntamiento.
Todos ellos monumentos colosales, como ya he dicho, y preciosos. Decidimos tomarnos un respiro sentándonos a la mesa del café de los artistas, junto al teatro de la Opera. Por lo visto van todos los intelectuales de moda  como actores, cantantes etc., algo como nuestro café Gijón en Madrid, sólo que aquí solamente van los escritores y actores del momento a la tertulia que tienen formada.
Antes de que anocheciera decidimos regresar al hotel dando un paseo: nos parecía que íbamos a tardar siglos dado que no conocíamos el camino, pero llegamos en veinte minutos. Una vez  habiendo descansado un momento en la habitación, pues Pablo tenía que medicarse vy se sentía fatigado, decidimos ir a cenar aunque no teníamos mucho apetito y tampoco nos apetecía cenar en el hotel: queríamos conocer todo lo más posible. A durasz penas llegamos a un restaurante italiano porque en el camino nos llovía el diluvio e íbamos sin paraguas. Allí cenamos pizza y un café, y junto con unos compañeros de viaje que coincidieron con nosotros regresamos para dormir, ya que  a la mañana siguiente debíamos madrugar para empezar nuestro recorrido por Austria.

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