domingo, 17 de octubre de 2010

ACERCA DE MI / ULTIMO PASEO POR AMSTENDAM- ROTHERDAM

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Antes de salir rumbo al barco, quisimos dar una última vuelta por Amsterdam rápidamente. Yo especialmente deseaba ver la sede central de la compañía con la que había trabajado hasta que contraje matrimonio: Unilever., y me vi complacida. Pasamos por donde habia unas viviendas sociales muy peculiares, pero a la vez muy funcionales y otro tipo de vivienda "más lujosa", era la que aparcaban una enorme barcaza preciosa en las orillas de los canales. No les faltaba nada que pudiera suponer diferente de las casas habituales; eran muiy decorativas y las tenían con mucho gusto y como en todos los paises del norte de Europa con geráneos rojos de España en las ventanas. Nos gustó mucho el paseo. Pedimos al guia que nos acercara a Rotherdam para ver su famoso puerto, y así lo hicimos un poco de pasada, pero nos gustó ver la enormidad de ese puerto considerado el mayor de Europa, y quizás de los mayores e importantes del mundo. Así como el puerto era grandioso, también lo eran sus habitantes. ¡ Dios mio, qué mujeres más altas y más anchas! Nunca había visto mujeres tan grandiosas. El guia nos dijo que se debía a la enorme cantidad de mantequilla que consumen. Y ahora si emprendimos rumbo al barco.
 Estuvimos todo el día navegando por un mar un poco , hummm, "enojado", gris y con algo de viento. Tuvimos la inmensa suerte de no marearnos, y en realidad el viaje fué bueno y no demasiado cansado. Divisamos las rocas blancas de Dover, que en verdad son blancas. Ya estábamos en Inglaterra. Nos advirtieron que lleváramos nuestro equipaje y el pasaporte a la vista, pues de lo contrario no nos dejarían pasar y teníamos que partir hacia Londres. El carabinero "muy amable", después de hacernos cargar con las maletas y todo lo que llevabamos, ni nos miraron el equipaje ni los pasapoprtes, cuando hubiera sido más fácil que nos hubieran traladado el equipaje desde el barco al autocar que nos estaba esperando, pero no, lo teníamos que llevar en persona. En fin, cosas de los ingleses.
Una vez hecho este trámite y subidos ya en el autocar partimos rumbo a Londres. Todos íbamos con nuestra mayor ilusión, pues Londres y París era lo que más nos atraia de todo. Llegamos al hotel a media tarde. Estaba situado muy céntrico, o al menos eso nos dijeron y en verdad luego pudimos comprobar que era verdad. Estaba  a unos diez minutos de King Cross, y por tanto no muy lejos de Picadilly Circus que podíamoos ir dando un paseo. En realidad no se si estaba cerca o es que deseábamos caminar un poco, el caso es que de una sola "atacada" llegamos hasta Trafalgar Square. Por Picadilly había mucha gente, pero a medida que ibamos avanzando hasta Trafalgar se iba despejando. La noche era preciosa: no hacía excesivo calor, más bien la temperatura era suave, y de repente allí estaba ante nuestros ojos el mítico Big Ben. A mi me fascinó porque aunque me lo imaginaba grande y majestuoso, nunca me hubiera imaginado que lo fuera tanto. Decidimos quedarnos hasta las doce por oir las campanadas y asi lo hicimos. Al día siguiente teníamos proyectado ir a ver el relevo de la guardia  y visitar la Torre, en fin la ruta habitual del turismo. Dudábamos de que pudiéramos entrar en el museo de cera porque había unas colas interminables al igual que para ir a ver las joyas de la corona, pero bueno al menos lo intentaríamos.
Nos levantamos muy temprano y no tuvimos que bajar al comedor del hotel, porque en las habitaciones teníamos una cafetera con café y te, tostadas, leche y manteuilla, con lo que se ahorraban el personal de comedor. Muy aplicados ellos.Desayunamos y bajamos al hall donde nos esperaban nuestros compañeros para iniciar nuestras respectivas excursiones, ya que ese día lo teníamos "libre" y podíamos ir a donde quisiéramos como y cuando quisiéramos.Y así lo hicimoss: por nuestra cuenta tomamos un taxi. Me los imaginaba antiguos y destartalados, pero para nada, son amplios y cómodos, y así llegamos al centro. Yo quise ver de cerca el famoso puente que acababan de pintarle de azul. Y en un parque donde había muchas aves grandes y negras, nos sentamos en un banco a mirarle de cerca. Quizás parezca ridículo que prefiriera estar allí o tomarnos una cerveza en un pub, antes que ir a visitar la Torre de Londres, o cualquier otro lugar emblemático, pero esas pequeñas cosas siempre las dejas para el final y nunca consigues satisfacer.  Quisimos ir a ver el Museo Británico y tampoco llegamos a tiempo, pues tres días es muy poco toiempo para conocer una ciudad tan sumamente grande y con tantas cosas por ver. Decidimos no ponernos nerviosos porque pensamos: si no lo vemos en este viaje, ya habrá otro. Por desgracia ya no lo hubo, pero esa es otra historia.Retornamos al hotel pero antes comimos en una pizzería en King Cross y después dedidimos ir al hotel a descansar para volver a salir por la tarde. Por la noche el guia nos iba a llevar por Coven Graden a ver un poco la vida nocturna de Londres que estaba bastante animada, pero la gente bebia mucho ( en aquella época aún no existía el botellón en España), nos extrañó que pudiera caber tanto alcohol en el cuerpo de las personas, y tan jóvenes. ¡ Ingenuos ! al poco tiempo esa costumbre nos llegó a España y aún perdura.
Despúes de dormir un poquito de siesta decidimos ir a conocer los famosos almacenes Harrods y al igual que me pasó mas tarde con los Almacenes Lafayette de París, me parecieron preciosos. Recorrimos todas las plantas y nos detuvimos en una en que solo vendían jabones y flores secas perfumadas. Allí compré unos jabones y varios saquitos para colgar en el armario. Lugo en un establecimiento cercano compramos unos relojes y alguna que otra chucería para mi madre y mis hijas.El Harrods, compramos una maleta ya que las que habíamos llevado para el viaje, se nos habían quedado pequeñas por la cantidad  de cosas que íbamos comprando por donde pasábamos.
Proóximo episodio: Peripecia en un autobús londinenese.

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